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Las Transas de los Sobrinos del Tío Richie

Nunca contesto llamdas de números telefónicos que no estén en mis contactos; pero vi que la llamada provenía del conmutador de Banco Azteca. Lo primero que imaginé fue: “De seguro sobregiré mi tarjeta de crédito con cargos automáticos y me la van a hacer de jamón”... Contesté y el tipo al otro lado de la línea, muy educado, se presentó como Juan, Pedro, Brayan... qué sé yo. Dijo su nombre muy rápido y no me interesó. Afirmó que quería verificar si yo había intentado una compra por casi dos mil pesos mexicanos en Mercado Libre, porque se salía de mis hábitos de compra y era necesario validar la transacción. Me dio santo y seña de mi tarjeta de crédito y la información era cierta.

Hasta ahí me sonó razonable, aunque extraño, porque de ningún banco te alertan por teléfono de un intento de fraude; pero le respondí que no reconocía la compra porque nunca en la vida compraría en Mercado Libre (no iba yo a explicar mi razones que se reducen a que alguna vez tuve una tienda en ese sitio y ha sido una de mis peores experiencias como empresaria, y por lo tanto le tengo fobia a esa plataforma).

En ese momento el diálogo se tornó sospechoso. El tipo dijo que me iba a transferir con otra persona para levantar un folio para que se me hiciera la devolución del dinero. Mi mente voló a la velocidad de la luz porque en ese momento recordé que cada vez que uno hace una compra o hay un sobregiro, en automático, el banco envía alertas por SMS, por la app y por email. Mas aún: Recientemente había puesto a la tarjeta un candado, precisamente para prevenir fraudes.

Así que mientras el presunto empleado del Banco Azteca transfería la llamada, yo colgué. El teléfono volvió a sonar y el "nuevo" asesor, después de ofrecer disculpas porque se había cortado la llamada (o sea que no olfateó que yo había colgado o quizá siempre usan la estratagema de la llamada cortada para darle paso al cómplice), dijo que me iba a tomar algunos datos para proceder a cancelar la compra no reconocida. Para ese instante yo estaba ya en alerta para volver a colgar; aunque quería oír hasta dónde querían llegar los defraudadores. El sujeto en cuestión no tenía, para decirlo en mexicano, la puta idea de que yo ya he batallado con reclamos auténticos de esa índole y eso se puede resolver desde la app. Todavía peor para él y su compinche: El segundo estafador estaba llamando desde la calle, porque en ese momento se oyeron claxonazos, sirenas y hasta perros.

Así pues le dije que como parecía ser un asunto muy grave lo que había pasado, que en ese momento iba a dejar todo lo que estaba haciendo y me lanzaba a la sucursal para que ahí me dieran los datos para rastrear a los defraudadores y levantaría mi acta en el Ministerio Público. —¿Cómo me dijo usted que se llama?, pregunté fingiendo inocencia.

El individuo cortó la llamada y no volvieron a fastidiar. Chequé mi cuenta de crédito y todo estaba en orden, como era previsible.

Verifiqué nuevamente el número telefónico de donde salieron las llamadas. Era efectivamente el conmutador de Banco Azteca: 55 5447 8810. Ya había leído en muchas ocasiones que la empresa de Ricardo Salinas Pliego contrata a cualquiera sin revisar sus antecedentes penales y alguna vez un funcionario del banco me contó para una nota periodística (lo que causó el despido de mi fuente informativa) que unos ingeniosos cajeros de ventanilla robaron durante varios meses un centavo a todas las cuentas de ahorros que pasaban por sus manos y cuando ya se sentían multimillonarios, los auditores de la empresa los denunciaron y acabaron en la cárcel, no por robar a los clientes, sino al banco.

Finalmente concluí que si no pasó nada, únicamente me quedaba compartir mi experiencia para que los lectores de este blog temático tengan precaución al recibir llamadas telefónicas relacionadas con sus haberes financieros, inclusive si parecen genuinas, como en este caso.

Sólo me sentí arrepentida de no exigir al estafador que antes que nada me depositara los cien mil pesotes que ofrece su autodenominado «tío Ríchie», ese que deja que sus empleados usen los insumos de su empresa para intentar defraudar a sus propios clientes cuando él lo mismo se dedica a acosar en línea a una senadora, que a humillar a sus seguidores de redes sociales presumiéndoles su riqueza y todavía se da tiempo para armar una campaña de miedo contra régimen de Andrés Manuel López Obrador, acusándolo de comunista.

Sin duda es patético, el régimen empresarial de los aprendices de la delincuencia medio organizada y la incapacidad de los distintos niveles de gobierno en México para poner un alto a extorsiones y fraudes telefónicos. 👣

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