México: Justicia No Binaria

El porte, la seguridad con que caminaba sobre esas hermosas zapatillas de tacón aguja de discreto color beige, hizo la diferencia. Le acompañaba un hombre de traje oscuro de su misma estatura, probablemente un metro ochenta y dos. Su corte de cabello era tipo militar y su rostro sin una gota de maquillaje era decididamente masculino. Podría decirse que era guapo, como lo fue en su mejor momento Rock Hudson; pero sus rasgos evocaban más a un maduro Joaquín Cordero.

Su torso iba envuelto en un rebozo beige que no dejaba ver los detalles de su blusa o cualquier otra prenda que llevara abajo. La falda tipo Chanel, a media pantorrilla, de tela vaporosa y un ligero vuelo en cada paso, le concedía la apariencia de una diva de los años 1950s.

Podría estar desfilando en una pasarela demodé o en una alfombra roja del cine de oro mexicano. Sin embargo, sólo caminaba presuroso hacia las escaleras eléctricas que llevan a algunos restaurantes del tercer piso del centro comercial.

¿Quién es?, preguntó una de mis amigas. Ángela y yo nos miramos y al unísono dijimos: Quién sabe, pero es un hombre que se ve hermoso vestido con falda y tacones.