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Taxco: Una Hora Marcada

Jueves Santo 2024 en Taxco

Fue el Jueves Santo de 2024 que, aparentemente, Ana Rosa Díaz Aguilar vendió al Diablo por 250 mil pesos mexicanos (alrededor de U$15 mil, al tipo de cambio del día), su destino y el de sus dos hijos. En su comunidad se dijo que ella, una mujer sencilla de la zona minera de Taxco, en el estado de Guerrero, México, secuestró y mató a la hija de ocho años de edad de una de sus vecinas, con la complicidad de su amante, un taxista.

La niña, de nombre Camila Gómez, fue sustraída de su casa con engaños, cuando Ana Rosa pidió a la madre de la pequeña, permiso para que fuera a jugar con otra niña menor de edad en una alberca inflable de su propiedad, en un domicilio contiguo al de la niña. Sin embargo, Camila no fue devuelta a su hogar y en cambio, su madre recibió varios mensajes telefónicos de extorsión, para que la pequeña regresara.

Se dice que la familia de Camila no pudo pagar el dinero exigido por sus vecinos secuestradores y de inmediato la reportaron como desaparecida. Empero, la entrada de la niña en la casa de los vecinos y la salida más tarde, de estos con un bulto que resultó ser el cadáver de la menor, quedaron registradas en cámaras de vigilancia. Así que una multitud del barrio, que se había movilizado para encontrar a la chiquilla, debido a la tardía acción de la policía local, fue tras los secuestradores a los que sacaron a golpes de su domicilio y, prácticamente, los lincharon a media calle con la complacencia de la autoridad que —según se observa en videos difundidos en la red social X (antes Twitter)—, no se esforzaron mucho por evitar el linchamiento de los presuntos asesinos de Camila.

Ana Rosa fue desnudada y molida a golpes por una mayoría de hombres rabiosos, llenos de ira, que decidieron hacer justicia por propia mano ante la indolencia de funcionarios públicos que no están dispuestos a hacer que las leyes se cumplan. Y al sinsentido del asesinato de una niña inocente se sumó la barbarie contra Ana Rosa.

Si el secuestro de Camila fue idea de su vecina o de su amante, no se sabe aún. Las estadísticas oficiales indican que cerca del 90 por ciento de las mujeres que terminan sus días en las cárceles del mundo fueron instigadas por sus parejas masculinas a cometer o participar en los delitos. Así que Ana Rosa pudo ser cómplice y no la autora intelectual del infanticidio que la sentenció a muerte.

El cuerpo de Ana Rosa, aún con vida, fue subido y luego bajado de una camioneta pick-up policial como si fuese un costal de basura. Nadie entre los guardianes del orden se preocupó por llamar a una ambulancia que rescatara a la mujer para que rindiese una declaración sobre el secuestro y asesinato de su vecinita. Sus presuntos cómplices, si bien fueron apaleados igualmente, no padecieron con el mismo rigor que Ana Rosa, la saña de los taxqueños indignados por un crimen del que ya tenían conocimiento las autoridades locales y federales desde el día anterior y no atendieron oportunamente.

Los familiares de Camila creen que el secuestro se planeó con anticipación. Suponiendo sin conceder, es casi seguro que Ana Rosa y sus cómplices imaginaron que sería fácil hacerse de un cuarto de millón de pesos sin trabajar; pero no calcularon el costo de su delito. A final de cuentas, ninguno de los presuntos secuestradores y asesinos obtuvo ganancias de su mal proceder.

Los linchamientos no son infrecuentes en los pueblos semiurbanos mexicanos. La periodista Jacaranda Correa menciona que tan sólo entre 2016 y 2022 se registraron mil 423 linchamientos en México, según datos de investigadores de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM); sin embargo, el caso de Taxco es novedoso porque la venganza colectiva recayó sobre una mujer que presuntamente participó en un infanticidio, uno de los peores crímenes que puede cometer un humano, y que resulta más horrible si lo perpetra una fémina, de quien se espera protección maternal innata y no un acto criminal.

Sin Moraleja

Hay quienes buscan capitalizar políticamente una tragedia humana y quieren encontrar chivos expiatorios del crimen: Los dos hijos de Ana Rosa y su amante están en la primera fila de presuntos culpables; luego vendrán funcionarios menores del gobierno local o estatal que no hicieron su trabajo de aplicar la ley, dejando que la venganza social entrara en acción. Algunos dicen que el linchamiento de los presuntos secuestradores y asesinos de Camila fueron infiltrados del Crimen Organizado en una marcha de ciudadanos que exigían que las autoridades se hicieran presentes, en un momento en que los medios de comunicación corporativos se solazan con la venganza social a partir de la negligente omisión gubernamental a todos niveles, para reforzar los conceptos absolutos de impunidad jurídica y Estado fallido en México... Habrá quienes crean que el linchamiento y muerte de Ana Rosa son justicia divina... ¡Hey, pero ¿y si ella y sus hijos no secuestraron y asesinaron a Camila?! Su hora ya estaba marcada. 👣

 

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