MÉXICO.- Si no se echan para atrás las autoridades del gobierno de la capital mexicana, ahora sí será posible pedir que un policía saque a un fumador de un lugar cerrado y lo remita a un juez cívico, pues a principios de Octubre, la Asamblea Legislativa del Distrito Federal (ALDF) aprobó reformas ala Ley de Protección a la Salud de los No Fumadores para impedir el uso del cigarro en restaurantes, cafeterías, oficinas, cines, teatros y centros de espectáculos.
Es una de las mejores noticias que ha habido en México en mucho tiempo. Se dice, incluso, que el gobierno federal desea hacer suya la iniciativa para extender la prohibición de fumar en espacios cerrados en todo el país; pero las tabacaleras transnacionales ya están cabildeando entre los legisladores fumadores para que la medida no se aplique. Ellos, junto con algunos restauranteros de mentalidad retrógrada hacen cuentas de presuntas pérdidas económicas que representaría para sus negocios, impedir que unos cuantos acaben con la salud de una mayoría. Y digo esto porque en los últimos años, pedir una mesa en el área de no fumar en cualquier restaurante de la Ciudad de México es un reto al destino: siempre está saturada y esperar a que se desocupe un espacio para no fumadores puede tomar hasta una hora, sobre todo donde no hay reservaciones previas.
Eso, para mí, es simplemente el síntoma de que durante muchos años los habitantes del Distrito Federal han sido tiranizados por un grupúsculo inmoral de intereses económicos que generó un problema de salud pública tan grave que los gobiernos locales y federal no tienen capacidad de resolver y representa millones de dólares en enfermedades que reducen los niveles de productividad y competitividad de la población (desde problemas respiratorios y esterilidad hasta cáncer de todo tipo tanto en fumadores como en sus víctimas, que somos fumadores pasivos).
Quienes ahora se quejan de la disposición de la Asamblea Legislativa del DF intentan ignorar que en cualquier ciudad del llamado Primer Mundo, desde hace mucho tiempo está prohibido fumar en lugares cerrados. Recuerdo que hace diez años mis amigos fumadores recién emigrados a Nueva York tuvieron que elegir entre regresarse a México para fumar como chacuacos o adaptarse a prescindir del cigarro en lugares públicos cerrados, so pena de ganarse un ticket o multa en el mejor de los casos.
En Los Angeles, la ley correspondiente no es menos dura, pues he tenido la fortuna de rentar departamentos donde simplemente está prohibido fumar en todo el edificio y sé que soy la envidia de una amiga defeña que está harta de que su vecino fume como enajenado mientras el humo tóxico entra por la ventana de mi amiga y ella no puede demandarlo porque él está en dentro de su casa; pero ella constantemente presenta cuadros de alergias respiratorias.
Así, las reformas a la Ley de Protección a la Salud de los No Fumadores es apenas un paso chiquitito para el respeto a los derechos humanos de quienes no fumamos, pero todavía tengo mis dudas sobre si efectivamente se aplicará la ley sin concesiones (a partir de Diciembre, de acuerdo con la disposición legislativa) : ¿Y qué, si se llama a un policía y el fumador le regala un cigarrito para que se haga de la vista gorda? ¿Y qué, si los restauranteros dan sobornos para que sus clientes sigan fumando, en detrimento de la atención para los no fumadores?
Mientras las tabacaleras hacen su lucha por corromper a los legisladores mexicanos, los emprendedores visionarios pueden ya ir tramando negocios que fomenten los espacios para no fumadores y descubrirán que es una gran veta de ingresos y éxito empresarial. <>
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