cálamo & alquimia® | @silviameave
¿Sabías que en este 2013 se conmemora el centenario de la suspensión de la producción legal de heroína por la farmacéutica alemana Bayer? Sólo una década después el gobierno de Estados Unidos la incluyó en la lista de drogas prohibidas.
Curiosamente, la historia de la heroína es como la de la pseudoefedrina, que comenzó usándose en jarabes para la tos infantil. Creo que jamás se ha investigado en qué medida los niños que tomaron esos jarabes se volvieron adictos en la edad adulta o si presentaron algún problema mental.
La heroína fue inicialmente una marca registrada que comenzó a comercializarse en 1898 como analgésico que si se combinaba con la Aspirina, también de Bayer, prometía inclusive la prevención de enfermedades respiratorias y pulmonares, sin efectos colaterales ni provocar adicción.
Cien años después de su producción legal, las autoridades sanitarias de Noruega han expresado su intención de despenalizar la inhalación de la heroína, con el objetivo de reducir el número de muertes por sobredosis, ya que -dicen- resulta ser un método menos peligroso que inyectársela.
El gobierno noruego plantea que la heroína inhalada o fumada es menos tóxica, los drogadictos requieren de menos cantidades para sentirse tranquilos y se reducirían los contagios de enfermedades como el VIH por uso de agujas contaminadas.
En Oslo hay un picadero municipal, eufemísticamente denominado narcosalón, que permite a los adictos irremediables, esos que si no se drogan la pasan peor; pero es irónico o paradójico que inhalar la droga no esté permitido.
La moraleja de esta historia, un siglo después, es mucho más que medicina amarga; pues la duda sobre la eficacia real de los medicamentos o más aún, de las ventajas de la medicina preventiva, queda aquí. Finalmente, la regulación de los Estados es imprescindible, si lo que se busca es el bienestar de la población. <<>>