cálamo & alquimia® | @silviameave
Mientras revisaba las noticias del día, encontré que la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal (CDHDF) en México presentó una carta de inconformidad a Rubén y Santiago Galindo, productores de un bodrio televisivo del imperio Azcárraga, llamado “Hazme Reír y Serás Millonario”, donde un par de presuntas actrices con aspecto de prófugas de la zona roja de Calzada de Tlalpan, le jugaron una supuesta broma a un dizque actor cómico que es en realidad un hombre con alguna discapacidad intelectual al cual obligaron, entre otras cosas, a desnudarse frente a las cámaras y hacer el ridículo abusando de su discapacidad.
La CDHDF, en la carta firmada por Ricardo Bucio, secretario técnico de la institución, invita “al equipo de producción, los actores y al jurado del programa a recibir un curso de corta duración sobre el derecho a la no discriminación y el respeto a los derechos humanos, con la finalidad de ofrecer herramientas para que los contenidos de su programación promuevan el respeto a los derechos humanos y no caigan en estereotipos y prejuicios que atenten contra la dignidad de las personas.“
Un
video divulgado en YouTube corrobora el ínfimo nivel en el que se manejan los contenidos de la televisión abierta en México convertida de un tiempo a la fecha en un burlesque de quinta, en el mejor de los casos, si no es que en un auténtico
freak show time donde el espectáculo y la diversión de las clases medias y populares se dan a costa de quienes por dinero o por una efímera popularidad se prestan a la humillación pública.
Probablemente el caso de la supuesta broma realizada en “Hazme Reír y Serás Millonario” a un individuo con evidente discapacidad convertido en cómico involuntario por su misma condición intelectual es el caso más soez que se tenga a la vista para evidenciar la morbosidad que se explota en la televisión mexicana como imán para una audiencia que se degrada a sí misma al consumir día tras día los estereotipos sociales y patrones de comportamiento que fabrican las grandes televisoras como unto para la comercialización de mercancías que provocan la fantasía del espectador de lograr parecerse menos a los bufones, patiños y aberraciones (freaks) del espectáculo mediático, que a los prototipos que dicen consumir para ser felices.
A pesar de que las señales de transmisión televisiva, por ley, son propiedad del Estado mexicano, los ciudadanos que pagan sus impuestos tienen que conformarse con una televisión abierta vuelta en un maratón de anuncios publicitarios y salpimentada a cualquier hora con contenidos dignos de un festín escatológico.
Un psicólogo argentino, Fernando Mieres, dice, en referencia a la pobreza patológica que arrastra históricamente la América Latina que “entre los hispanoparlantes «de dinero no se habla». “Podemos comentarnos que nos masturbamos fantaseando con Angelina Jolie o con Brad Pitt, pero hablar de dinero nos da vergüenza, básicamente porque las fantasías conscientes son indoloras” -según dice el especialista.
No es necesario llegar al extremo del virtual abuso sexual que se cometió públicamente en contra de un discapacitado intelectual transformado en freak de un vodevil de poca monta. No sólo Televisa se da el lujo de mantener vivo el espíritu de Emilio Azcárraga Milmo, que tenía muy claro que su empresa hace “televisión para los jodidos”, sino que Televisión Azteca, engendro de la era privatizadora de Carlos Salinas de Gortari, también hace lo suyo, desde temprano, en una porquería llamada “Venga la Alegría” que re-construye los estereotipos míticos de la sociedad mexicana, esa donde la mujer que no es madre es puta, donde los machos tienen una doble vida sospechosa, donde las connotaciones sexuales del albur esconden a eyaculadores precoces e impotentes, y donde no hay pasión sin violación.
¿Por qué los mexicanos siguen soportando esa clase de televisión violatoria de los derechos humanos de sus bufones y de los espectadores, como entretenimiento? <<>>
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