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Julio Scherer y su Moraleja Histórica

+CálamoyAlquimia Revista | +Silvia Meave

Sin lugar a dudas, Julio Scherer García fue el mejor periodista de la segunda mitad del siglo veinte y pasará a la historia mundial por abrir la brecha del periodismo mexicano independiente, la defensa de la libre expresión, la libertad de prensa y la democracia en un país que Mario Vargas Llosa definió como la dictadura perfecta.

Sin la honesta labor periodística de Scherer y el equipo de reporteros y analistas que se formó a su alrededor desde la dirección del diario Excélsior, la cual tuvo su cenit durante veinte años en la revista Proceso, no podría entenderse una gran parte de la historia contemporánea de México.

Scherer fue, es y será el gran referente del periodismo de investigación que puso sobre la mesa del debate público, con nombres, apellidos y todas las evidencias posibles, la corrupción del sistema político mexicano del final del siglo pasado.

En 1988, cuando inicié mi investigación para un libro (no publicado a la fecha) que titulé genéricamente “Proceso frente a la Libertad de Expresión en México”, conversé con mucha gente para conocer puntos de vista sobre el trabajo periodístico de Scherer, y todavía a principios de los años noventa había quienes calificaban su labor como “amarillista” o “escandalosa”, y minimizaban la trascendencia de sus reportajes. Lo cierto es que muchos mexicanos iniciaron el camino de concientización y politización ciudadana que permitió la alternancia democrática en el año 2000, gracias a Scherer y Proceso.

El periodista y su revista siempre bien documentada no dejaban resquicio a aclaraciones o desmentidos. Mucho menos a demandas judiciales perdidas por algún error en la investigación o en la redacción de los reportajes.

Como aprendiz de periodista, alguna vez le pregunté a Scherer en qué momento decidían publicar sus investigaciones y él dijo que cuando habían reunido las pruebas suficientes para presentar una historia redonda. Él no era un cazador de noticias. Él construía las noticias con la investigación acuciosa de su equipo de reporteros.

Tal vez su gran mérito fue enfrentarse al poder de la dictadura perfecta por la vía de la documentación de los hechos irrefutables y honestidad.

También era un maestro de la entrevista, al estilo antiguo: humano, de charla serena, que da confianza al entrevistado, quien en algún momento de la conversación convierte al periodista en su psicólogo y ofrece información valiosa, confidencial, insólita… de portada.

Gran parte de las publicaciones que hoy circulan en el mercado mexicano — e inclusive en la web –intentan imitar el concepto de investigación periodística que caracterizó a Proceso durante los veinte años que Julio Scherer planeó cada una de sus ediciones. Unos con más éxito que otros; aunque pocos han logrado un producto periodístico tan riguroso e impecable como el Proceso de Scherer. Ni siquiera sus sucesores al frente de la revista.

Desafortunadamente, Scherer no logró ver un México libre del flagelo de la corrupción y la censura periodística ahora mimetizada en los ataques, asesinatos y desapariciones de reporteros por parte del “crimen organizado”, cualquier cosa que sea esto realmente.

La vida de Julio Scherer García tiene una moraleja histórica: Un periodismo valiente, riguroso e incorruptible es la única vía institucional y democrática para acotar los excesos de la clase política y su siamés, el ente económico oligopólico, ambos fortalecidos a la sombra de la corrupción y la impunidad.

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