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Hoy murió el periodista y escritor Vicente Leñero, fundador y vicepresidente del Consejo de Administración de la revista Proceso
— Proceso (@revistaproceso) December 3, 2014
La nota luctuosa del día debía ser el fallecimiento de un polémico ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación –Sergio Valls; pero Vicente Leñero, periodista, escritor y dramaturgo, uno de los grandes intelectuales del México del siglo veinte tristemente le arrebató la de ocho, dejando en la orfandad al periodismo literario, género en peligro de extinción en la era de la tuit-noticia.
Debo comentar aquí que el único autógrafo que guardo en mi cajita de recuerdos es uno que le pedí al maestro Leñero cuando yo era estudiante de Ciencias de la Comunicación en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, durante la presentación -en 1986- del Manual de Periodismo que publicó al alimón con el entonces reportero de la revista Proceso Carlos Marín, libro que se convertiría en uno de los libros fundamentales para aprender a hacer buen periodismo en idioma español.
Recuerdo que compré el libro en la Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería como texto para mi clase de Géneros Periodísticos Informativos. In situ me deslumbró su sencillez humana que era el rostro de su impecabilísimo profesionalismo: Escribía lo que él veía, escuchaba y conocía, sin aderezos, sin dobles intenciones, sin buscar los reflectores ni el aplauso fácil.
Tiempo después volví a verlo. En esa ocasión en las instalaciones de la revista Proceso en la calle de Fresas, en la Ciudad de México. Mi profesor de Teorías y Psicología de los Medios de Comunicación, y editorialista de la revista, Froylán López Narváez, me llevó a conversar con el equipo de periodistas de esa publicación, pues yo realizaba en esos días una investigación universitaria sobre Proceso y los límites de su libertad de expresión.
Charlar con los dos grandes del periodismo de investigación en aquella época: Julio Scherer y Vicente Leñero, sentaría las bases de mis aspiraciones profesionales. De Leñero admiré siempre su prosa pulcra y directa, su habilidad de narrar y crear en la mente de sus lectores la imagen vívida de los hechos relatados. Sin duda lo que lo llevó a obtener el Premio Nacional de Lingüística y Literatura 2001 y, más adelante a convertirse en miembro de número de la Academia Mexicana de la Lengua Española.
Leñero decía que el periodismo “no es tarea para sueños de permanencia histórica, ni vocación de quienes buscan celebridad eterna. Es oficio de hombres actualísimos que a dentelladas muerden el presente y se mueren con él.”
Empero, contra su conceptualización sobre lo efímero del trabajo periodístico, el maestro Vicente Leñero se ha integrado hoy a la trascendencia histórica del periodismo literario mexicano y, desde luego, de las letras nacionales.
Leñero sabía cuándo transitar por la crónica periodística puntual y cuándo conviene adentrarse en el apasionante juego de espejos de la literatura, la dramaturgia y el guionismo inspirados en hechos reales.
Su estilo no debe perderse en las nuevas generaciones y es un ejemplo a seguir para quienes hoy, en la turbulenta realidad mexicana, desean marcar su distancia de quienes presumen que hacen periodismo en 140 caracteres y creen que aprehenden la verdad factual en 30 segundos de videos descontextualizados vistos por más de un millón de visitantes curiosos o casuales. <<>>
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