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¡Estamos en el ISSSTE!

cálamo & alquimia® | @silviameave

Apenas un día antes de que el ex director del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE), Miguel Angel Yunes, denunciara que en 2007 la líder vitalicia del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), Elba Esther Gordillo le exigió 20 millones de pesos mensuales (1.720 millones de dólares, aproximadamente) para financiar al Partido Nueva Alianza a cambio de apoyarlo en la reforma neoliberal del organismo, yo había estado en el hospital Adolfo López Mateos, dependiente del ISSSTE, a donde acude un paciente con enfermedad crónica terminal, al que apoyo durante sus consultas médicas.

Las tormentas continuas del último fin de semana y el exceso de trabajo me habían impedido llevar a un centro de impresión los recientes reportes diarios de la situación del paciente y, la verdad sea dicha, me dio muchísima flojera cargar con la laptop para que los médicos revisaran los documentos a las siete y media de la mañana; de modo que guardé la información en una memoria USB y dejé que el azar jugara a mi favor o en contra mía: Yo había visto que uno de los médicos a veces tiene su netbook personal en el consultorio y con un poco de suerte tal vez ahí se podrían leer los reportes.

Sin embargo, en esta ocasión no fui suertuda. Vi al entrar en el consultorio que el médico no tenía a la vista su netbook y entendí que tendría que salir corriendo a cualquier café internet de los alrededores para imprimir los reportes mientras el pacientito xochimilca -aquí nada de pacientes ingleses- estaba en la consulta. No obstante, me negué a las evidencias y quise fintar en última oportunidad a la fortuna y cuando el doctor me preguntó si tenía a la mano los reportes, le dije que en ese momento sólo tenía en el momento la memoria USB por si hubiera alguna computadora dónde leer los archivos. El médico simplemente guiñó el ojo y me dijo riéndose: -¡Estamos en el ISSSTE!

Cierto. Los médicos siguen elaborando los expedientes clínicos en vetustas máquinas de escribir con cintas de tinta invariablemente desgastadas, si bien les va; pues otros deben hacerlos a mano, haciendo gala de su mejor caligrafía. En el laboratorio, si el derechohabiente está de suerte, puede recibir el kit completo para análisis médicos; pero si no, debe comprarlo y quiero pensar que los empleados y jubilados del Estado por lo menos tienen 16 pesos para los recipientes de las muestras para análisis clínicos. Sin embargo, tengo la mala costumbre de hacer cuentas y siempre tengo la curiosidad de saber dónde está el dinero que debería asignarse para chucherías como los vasitos para análisis, la compra de computadoras para facilitar el trabajo administrativo de la institución y hasta de medicamentos del llamado cuadro básico.

Mi percepción sobre los servicios del ISSSTE es que quienes trabajan allí, casi todos, son burócratas heróicos, a pesar de que durante varias décadas el prestigio de la institución y sus trabajadores ha sido vapuleado. Por algunos años he atestiguado la buena voluntad de la mayoría de los empleados del ISSSTE para atender a los derechohabientes en situaciones a veces precarias y a pesar de las limitaciones presupuestarias, la calidad del servicio es bastante buena, por supuesto con las contadas excepciones que confirman la regla y que casi siempre se focalizan en las clínicas familiares donde los empleados de más bajo escalafón hacen de las suyas quizá por algún problema psicológico personal, más que por cuestiones institucionales.

Desde luego, no caería mal a la institución que se hiciera una auditoría que abarque por lo menos dos o tres administraciones atrás, pues si bien el ex director Yunes asegura que él no tiene “nada que ocultar” sobre su paso por el ISSSTE, es necesario dejar en claro la verdadera situación financiera del organismo que protege a los trabajadores del Estado, asalariados gracias a los impuestos de la población entera. Sobre todo cuando algunas fuentes periodísticas afirman que el ex funcionario público está construyendo en Alvarado, Veracruz, una mansión de cerca de 30 millones de pesos, que no podría haberse pagado con su salario de burócrata de altos vuelos ni micronegocios fundados con los ahorros de toda una vida.

Más allá del deslinde de responsabilidades políticas, urge de igual modo revisar la distribución del presupuesto gubernamental, porque mientras la actual administración federal de Felipe Calderón se ha centrado en aniquilar a los narcotraficantes que surten principalmente al mercado drogadicto de los Estados Unidos, lo cual ha implicado un incremento al gasto en armamento y otros pertrechos bélicos de hasta siete veces lo erogado en la pasada administración de Vicente Fox, según datos del centro de análisis de políticas públicas México Evalúa, encabezado por Luis de la Barreda; el sector salud en su conjunto, en tanto, ha registrado recortes financieros significativos en los últimos cuatro años, que -de acuerdo con cifras de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE)- colocan a México en la materia, por debajo de países como Afganistán.

Datos oficiales de organismos internacionales revelan que la inversión del Estado mexicano en el sector salud se redujo del 6.6 por ciento al 5.9 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) durante el actual gobierno y específicamente el ISSSTE ha registrado los mayores recortes presupuestales que se resienten en la compra de medicamentos y el acceso de derechohabientes a servicios hospitalarios.

En este contexto, la maestra Elba Esther Gordillo, sindicalista de viejo cuño, pretendía expoliar aún más a los servicios de salud de la burocracia que incluye a los agremiados del sindicato que ella controla, para mantener su cuota de poder corrupto que siempre ofrece al mejor postor. Se dice que fueron los votos que la maestra Elbita vendió al partido gobernante, los que le dieron al presidente Felipe Calderón la ventaja electoral que requería para imponerse por un mínimo margen al favorito Andrés Manuel López Obrador.

En cualquier otro país, las mutuas acusaciones de corrupción entre Gordillo y Yunes llevarían a ambos a un litigio político-jurídico donde se deslindaran responsabilidades; pero en México, a lo mucho, se escucharon tímidas voces que señalan a los dos personajes como cínicos. Mientras, el ISSSTE, sin duda como los demás servicios médicos del Estado, sobrevive como institución por la voluntad de su base trabajadora. <<>>


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