MÉXICO.- ¿Ya sabes que se nos fue Monsiváis?, fue el saludo de Kike al mediodía y remató reflexivo: "Nos estamos quedando sin intelectuales, ¿qué vamos a hacer?". Yo pensé en ese instante que Saramago se lo llevó. Era Monsiváis el filósofo crítico que debía acompañarlo en sus correrías de otro(s) mundo(s)... Dicen que las almas se van de este mundo de tres en tres y quise encontrar el punto donde convergieran la obra del Nóbel portugués y la mordacidad de Monsi, como le decían los que lo conocieron.
Tal vez la rebeldía intelectual, esa terquedad de poner la palabra en las llagas de la sociedad es el común denominador de los dos escritores que, si decidimos creer en el karma, optaron por no terminar el primer año de la segunda década del siglo (¿o es el último de la primera?) en este lado de la realidad. Y en retrospectiva, me situé en la primera lectura, en la prepa, que hice de la obra de Monsiváis, pletórica de crónicas corrosivas e hilarantes sobre la vida nocturna del México de los 70s. Recuerdo muy bien la crónica sobre un show del cantante español Raphael, que no podía yo creer: ¿Cómo es que un escritor serio disecciona el espectáculo que ofrece un cantante para las masas con esa visión punzante, graciosa, pero que nos deja reflexionando sobre el asunto? Empero, sólo hasta que empecé a estudiar el arte de la crónica en mis clases de géneros periodísticos de la universidad comprendí en toda su dimensión el valor del trabajo que hacía Carlos Monsiváis y entonces la lectura de su columna Por mi madre, bohemios, se hizo indispensable.
Y así entre chacoteos verbales, pero con una expresión adusta en el rostro, el super-fan de Gloria Trevi, alguna vez cronista de la cultura urbana local, Monsiváis esbozó la realidad de México, en eso lo que el llamó "los rituales del caos".
Gracias al puntilloso Monsiváis, muchos hemos buscado documentar nuestro optimismo para sobrellevar la dicha surrealista de ser mexicanos. Apenas un año atrás, el escritor advertía: "No señores, México es diverso, sutil y encajoso (adjetivos infaltables) y no puede reducirse a un grupito por más genial que sea..."
Definitivamente hay que leer y releer a Carlos Monsiváis, para aprender de él, antes que escribir decenas de semblanzas y ensayos sobre su obra, mayoritariamente publicada en la prensa diaria de México.
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