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El Extraño Caso de Lucía Morett y la Opinión Pública Online

Dicen que todos tenemos una adicción morbosa y después de tantos años de andar en este mundo loco ya encontré la mía: Leer los comentarios de los presuntos lectores de notas periodísticas en la Internet, sin importar medio de comunicación, nacionalidad, tendencia política o idioma (siempre y cuando sean inglés, español, francés o italiano que son los que según recuerdo, yo entiendo).

Desde luego leer comentarios es una diversión malsana en la que trato de aplicar mis modestos conocimientos de semiótica y psicología de la comunicación y algunos de los resultados que obtengo de mis análisis de contenido bien podrían venderse al mejor postor lo mismo para perfeccionar las campañas publicitarias dirigidas a los usuarios de la web, que para consolidar políticas públicas segmentadas que, en el mejor de los casos, reducirían la inconformidad ciudadana en las democracias occidentales (jajaja).

En esta dinámica, me llama la atención el caso de Lucía Morett, una mexicana, estudiante universitaria, que sobrevivió en 2008 a un ataque del ejército colombiano contra un campamento de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) en Ecuador y que ahora presuntamente es requerida judicialmente por las autoridades de los dos países sudamericanos envueltos en el caso.

Curiosamente su historia llena páginas de comentarios en varios diarios online y blogs que — en lo personal — me generan muchas dudas sobre la verdadera dimensión del incidente bélico, aparentemente de rutina, ocurrido en la frontera ecuatoriana-colombiana.

Si Morett es guerrillera o quintacolumnista, eso lo deberán determinar en su momento los encargados de impartir justicia dentro de las tres naciones involucradas — Colombia, Ecuador y México –. Por ahora lo que se vislumbra, más allá de filias de Izquierdas y Derechas, es un asunto muy relevante de seguridad regional que no debería pasarse por alto, que merece un análisis serio de los expertos y, sin embargo, se pretende mantener en el más bajo perfil informativo.

No obstante, pareciera ser que los lectores de noticias online sobre temas políticos en América Latina, y de manera especial los que visitan sitios mexicanos, o son agentes de la ultraderecha continental o de plano, el fundamentalismo ideológico azota a las empobrecidas clases medias de la región, lo que sería presagio de malos tiempos sociales para la post-crisis financiera global.

Quizá por salud mental y vena literaria prefiero pensar que la ultraderecha continental se esfuerza por hacer nido político en la ruta México-Colombia ante el avance rojo — y no exento de fundamentalismos — de don Hugo Chávez y sus simpatizantes en toda Latinoamérica.

De otra manera, el terrorismo clasemediero puede estar emparentado con las aspiraciones sin escrúpulos de los jóvenes que hoy se enrolan en el narcotráfico por dinero fácil, aunque peligroso, y que podría ponerse en cualquier momento al servicio de escuadrones privados de la muerte “anti-comunistas”.

La transformación de la Opinión Pública online ultra en abierto “anti-comunismo” criminal lo visualizo como un esquema muy parecido al de Al-Qaeda: Dad a unos cuantos pobres diablos frustrados en la cotidianediad de su vida, sin oficio ni beneficio, un motivo falaz de inspiración trascendental para alcanzar la gloria o defender sus supuestas libertades, y harán el trabajo sucio y políticamente incorrecto que anhelan llevar a cabo quienes detentan el poder real en el sistema que mueve a nuestras sociedades.

Si Lucía Morett es una taimada conspiradora al servicio de una guerrilla cuya historia honestamente no ayuda en absoluto a las causas de la lucha por la justicia social o si es un chivo expiatorio, está por verse; pero su caso pinta de cuerpo completo a un grupúsculo con cierto poder socio-político y económico transnacional interesado en frenar la pluralidad intelectual y democrática de la aldea global con cualquier pretexto prefabricado o espontáneo de la mano de una clase media conservadora y empobrecida, que busca desesperadamente a los culpables de la cancelación de sus aspiraciones de movilidad social.

Aquí merece una mención particular el esfuerzo que hacen los “liberaexpresionistas” online de la Derecha por hacer una liga forzada entre las hasta ahora supuestas actividades guerrilleras de Morett y la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) donde estudia o estudió la joven; liga que resulta tan aventurada como dar por sentado que todos los egresados del MIT o de Harvard son potencialmente ganadores de un premio Nobel de Economía, cuando lo único cierto es que la UNAM es una de las pocas instituciones autónomas y plurales del mundo que cumple una función cultural y científica que va más allá de la estructura mercantil que en que operan actualmente los Estados-Nación.

¿Por qué el afan de ligar a una presunta guerrillera con hipotéticos vicios de una universidad estereotipada como de masas, que es en realidad el primer centro de conocimiento de América Latina?… Utopía: Si bien el número de egresados de esta universidad que podrían llegar a competir o rivalizar con los más poderosos líderes globales es una cifra nano, quizá uno solo con cierta visión y capacidad subversiva en términos de creatividad, que casi siempre resulta ser más explosiva que mil bombas terroristas, bastaría para trastocar el orden mundial establecido.

Y aunque considero que es casi improbable que algún miembro de la élite de la UNAM tenga interés en tomar control del mundo, como lo pretendió en su momento George W. Bush, pues ya se ha visto que por el contrario, científicos y humanistas de la institución tienden a cooperar con su conocimiento al engrandecimiento de la sociedad humana, parece que sí hay gente en los reductos del poder de la región que quiere anular cualquier posibilidad de, valga la reiteración de conceptos, “empoderar” a la institución, mediante el desprestigio de sus integrantes y egresados.

De ahí que siempre sea conveniente que por un lado hayan chivos expiatorios, prefabricados o espontáneos, como Lucía Morett, y presuntos “liberaexpresionistas”, también prefabricados o espontáneos, que pretenden generar una Opinión Pública virtual pletórica de prejuicios y etiquetas que permitan la construcción de estereotipos que facilitan el control social, literalmente aquí y en China.

Tan sólo en una pequeña nota del diario El Universal de México, encontré 77 comentarios, todos de anónimos lectores supuestamente masculinos, que vertían expresiones de odio en contra de Lucía Morett y su familia que contenían términos discriminatorios de género, nacionalidad, filiación política, condición social, aspecto, religión y hasta de preferencia sexual.

Podrían ser en verdad lectores del diario; pero también es posible que sean blogueros mercenarios, una profesión que ya comienza a tener su auge en la Internet, como la de los sicarios del crimen organizado.

Según algunos “comentaristas” online, el peor crimen de Lucía Morett es haber sido — supuestamente — la amante de un guerrillero extranjero y otros aseguran que la joven es culpable de que Canadá haya impuesto recientemente visas a los viajantes mexicanos.

Según la supuesta vox populi de la Internet, Morett es la causante de la mala reputación de los mexicanos en el mundo, por entrometida y seguramente revoltosa. Otros equiparan a la mexicana con una secuestradora francesa ya sentenciada en México, en una comparación que ni al caso viene y también está en el hall de la infamia al lado de los narco-sicarios de moda, a pesar de que todavía no hay un procedimiento judicial que deslinde responsabilidades ni arroje verdades jurídicas sobre la presencia de la mexicana en un campamento guerrillero.

En el colmo de lo que se percibe como una campaña virtual contra todo lo que parezca disidencia intelectual o política, hay supuestos lectores que tachan a Lucía Morett de asesina, otros afirman sin pruebas que Morett entregó datos confidenciales de empresarios mexicanos a las FARC para que los secuestren y hasta le atribuyen la frase “al diablo con las instituciones”, pronunciada alguna vez por Andrés Manuel López Obrador.

Mientras las autoridades judiciales de Colombia, Ecuador y México no presenten las evidencias contundentes de que Lucía Morett era o es miembro activo de las FARC o de cualquier otro grupo clandestino o delincuencial, los comentarios que circulan en la Internet quedan como una mera anécdota del prejuicio social contra quien se percibe disidente del statu quo.

Sin embargo, lo verdaderamente relevante de todo este asunto es que podemos estar ante una estrategia de prefabricación de la Opinión Pública disfrazada de libertad de expresión para inducir o justificar el linchamiento virtual o real de cualquier sospechoso de disidencia u oposición al sistema imperante en América Latina.

Bajo ninguna circunstancia puede permitirse que se censuren los comentarios de los lectores reales o ficticios de los medios de comunicación online; pero la libertad de la Internet presenta el reto de crear una Opinión Pública bien informada, auténtica, reflexiva y crítica, que se aleje de estereotipos, prejuicios y fundamentalismos que tienden a polarizar a las sociedades hasta el borde de las persecuciones políticas y la guerra.

Si no se resuelve este escollo, muy pronto la Internet podría volverse un arma de represión para quienes piensan o viven de manera diferente de las (presuntas) mayorías.

Artículo publicado originalmente en “Anecdotario Periodístico” de Reporteros Sin Fronteras

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